Érase una vez una princesa panadera en un castillo encantado. Ella no vivía sola, compartía el castillo con más gente y todos se dedicaban a una tarea en común. Para ganarse la vida, los residentes del castillo se encargaban de hacer el pan del pueblo cercano.

Funcionaban como una cooperativa a partes iguales, cada cual tenía una tarea asignada que hacía en base a sus posibilidades. Cada habitante del castillo tenía unas características que le hacían único, unos se sabían muy bien las recetas porque tenían buena memoría, otro era muy hábil amasando el pan, los había también catadores del pan para asegurar su calidad y alguno era muy bueno negociando el precio del pan con el pueblo. En definitiva, todos ellos se necesitaban para un fín común, el de servir pan de calidad diariamente al pueblo.

Había días en los que todo iba bien pero también otros en las que alguna parte del proceso fallaba y no podían entregar el pan a tiempo o veces en las que el pan no tenía la calidad adecuada. La princesa un día harta de que esto pasase muy a menudo se dio cuenta que sus compañeros hacían solo lo que mejor sabían hacer; y creyó que sus compañeros muy eran muy capaces de realizar otras tareas solo que tenían miedo de hacer otras cosas para las que no se veían preparados y por ello no se atrevían.

Entonces al día siguiente reunió a sus compañeros en un gran salón del castillo y les dijo que tenían que hacer algo para que el trabajo fuese más llevadero y que a su vez mantuviesen la calidad. Les dijo que había capacidad de mejora. Primero intentó que todo el mundo tuviese la confianza para promover cambios en la cadena de producción, luego ensalzó las capacidades de cada uno y lanzó una propuesta: todos podían ofrecer sus aportaciones y todas serían valoradas en igual medida sin que nadie las prejuzgara.

Las propuestas fueron:

  * Localización de los puntos fuertes y débiles como equipo
  * Retrospectivas del proceso actual y de cada entrega realizada
  * Fomentar un entorno que de seguridad dónde cualquiera se sienta aceptado
  * Promover la creatividad
  * Planes de seguimiento periódicos de cada aportación
  * Revisiones de las tareas de cada uno para potenciar sus habilidades
  * Planes de formación
  * Evitar que partes del proceso solo estén controladas por una única persona
  * Hacer jornadas abiertas para la creación de nuevos productos
  * Realizar actividades de grupo para fomentar el entendimiento
  * Hacer a todo el mundo partícipe del proceso
  * Habilitar mecanismos que faciliten la propuesta de nuevas actividades

Todas ellas se tomaron en cuenta y se fueron implantando todo a poco dirigidas cada una de ellas por personas diferentes.

Fin de “La princesa panadera - Parte 1”